Los juegos de mesa como el ajedrez, los rompecabezas y los crucigramas, entre otros, así como la lectura, son actividades mentales que ayudan a mantener ejercitadas las neuronas, por lo que en el adulto mayor de 60 años de edad retrasan el desarrollo de Alzheimer o contribuyen a que evitar que se padezca de manera severa, pues es una enfermedad progresiva que no se puede prevenir.
Este padecimiento se caracteriza por la degeneración y destrucción de las neuronas en las personas mayores, lo que produce un deterioro cognitivo gradual, es decir, la pérdida paulatina de las funciones mentales, indicó la doctora Perla Vázquez Altamirano, coordinadora de Prevención y Atención a la Salud, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Oaxaca.
Señaló que el Alzheimer es la causa más frecuente de demencia, junto con la originada por daño muscular, y que es un mal neurológico que va en aumento, debido al incremento de la población geriátrica en el país. Se estima que actualmente la padecen seis de cada cien mil adultos mayores de 60 años.
El daño neuronal se puede controlar y evitar que evolucione en sus formas más graves, si se acude oportunamente con el médico ante la presencia de uno o varios de los signos de alarma: olvidos recurrentes, que se agudizan conforme pasa el tiempo, hasta trastornos importantes en la memoria que ocasionan la pérdida de la capacidad para recordar palabras, nombres de objetos y de personas, que antes se reconocían perfectamente.
La enfermedad de Alzheimer, mencionó, se atiende también con medicamentos para evitar que evolucione rápidamente. De ahí la importancia de acudir con el médico para que prescriba el tratamiento farmacológico adecuado que ayude a reforzar y fomentar la memoria y a disminuir la destrucción de las neuronas, pues aunque el proceso es progresivo, lo hará de manera más lenta.
La doctora Vázquez Altamirano explicó que existen tres etapas de esta enfermedad: leve, moderada y grave. La primera tiene manifestaciones clínicas mínimas que no alteran la calidad de vida, por ejemplo, olvidos recurrentes como no recordar donde se dejaron las llaves u otros objetos, cómo llegar a casa o no reconocer a ciertas personas.
En la segunda fase, el enfermo ya no recuerda cómo hablar, los nombres de los objetos ni para qué se utilizan, vive desorientado y confundido, por lo que fácilmente se pierde en la vía pública.
La etapa tres es la más grave, pues es incapaz de alimentarse por sí mismo, pierde el control de sus esfínteres y ya no puede caminar unos cuantos pasos, porque incluso desconoce cómo hacerlo; se convierte en una persona completamente incapacitada.
La mayoría de los casos, puntualizó la especialista, desafortunadamente se atienden en las etapas moderada y severa; son muy pocos los pacientes que llegan en fase inicial. Por eso la recomendación del IMSS de atenderse a tiempo.