Mario o Carlos Castellanos Alcázar es un periodista oaxaqueño reconocido por su teoría en conocimientos adquiridos desde hace 40 años, reportero de Diarios locales y corresponsal de Medios nacionales, autor de la columna “Arena Política” con título de la Secretaría de Educación Pública- SEP- Maestro de Educación Primaria, analista de temas políticos, económicos y sociales.
El sindicalismo mexicano está pasando por su más severa crisis y supuesta desintegración a falta de creación y fortalecimiento, además, los sindicatos pierden estructura, poder y conciencia, se rehúsan a modernizarse y a combatir la corrupción de los dirigentes, hechos en la norma del neoliberalismo.
Los líderes venales son auténticos conservadores, que se oponen a ultranza a los cambios y mejoramientos de la Cuarta Transformación de México, la 4T. Quieren seguir amasando fortunas, menos, abrirse a la democracia y al bienestar de sus agremiados. Un ejemplo de corrupción inaudita es el Sindicato Nacional de la SEDATU.
Fue oportuna la intervención del ex Secretario General del Sindicato Nacional de la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (SEDATU), en funciones del 2007-2010- Marcos Andrés Marín Chacón, con criterio fuerte, crítico y valor civil, denunció los actos de corrupción y retroceso histórico de este organismo sindical.
En una gira de trabajo político sindical con trabajadores de la delegación de la SEDATU de Oaxaca, argumentó la importancia de recobrar el sentimiento histórico que ha llegado a lo inmoral por parte del actual Comité Nacional del Sindicato de los Trabajadores de dicha Secretaría, que nada ha hecho para rescatar la fuerza sindicalista.
Se requiere un nuevo movimiento de los sindicalizados para la defensa de sus derechos laborales, que implica lo salarial y prestaciones de ley, pero ante todo es urgente recapitular la experiencia y trabajo sindical, pues ahora más que nunca la democratización de este sindicato, es primero, pues más bien, se ha caído en la corrupción y el caciquismo político sindical.
Fue digna la presentación de Marín Chacón al denunciar la corrupción del actual Secretario General del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la SEDATU, Gerardo Rodríguez Benítez por el solo hecho de estar en el cargo desde hace 11 años- y que su periodo terminará en el año 2024.
Además, está violando los estatutos, los principios, los lineamientos y los derechos de los sindicalizados, rezagados ideológicamente en un régimen sindical de represión e intimidación en el que solo cuentan sus decisiones sin tomar en cuenta a la gremial, hasta sorprender incluso a los tribunales.
Ladino, cambia a su modo los estatutos para perpetuarse en el cargo sindical. Primero están sus intereses y de sus familiares, luego, de los pocos trabajadores de la SEDATU, que no son más de 800, a los que se suman los desvíos de recursos, engaño a los tribunales y la desaparición de las asambleas, es decir, todo es su voluntad, su criterio. Es dictador-
Gerardo Rodríguez, ha permanecido en el sindicato durante 25 años en diversas carteras como todo buen sempiterno- y por supuesto, quiere más tiempo para consumar su obra caciquil en contra de sus representados.
Desde luego, que la situación política, económica y social es muy crítica en el sindicalismo mexicano, emanado del viejo régimen neoliberal, que imperó por 36 años y propicio una estela de corrupción y antidemocracia en los sindicatos “charros”, pero ahora les cuesta mucho trabajo adaptarse al régimen de la Cuarta Transformación de México, la 4T, impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pese a que el presidente de los mexicanos, se ha pronunciado en contra de la corrupción y fraudes que existen en los sindicatos “charros”- y que estos vicios se acabarán, existen las mismas triquiñuelas y se fomentan los agravios en contra de los trabajadores.
Entre los sindicatos universitarios, de los trabajadores de la salud, educación, ente otros, no hay tintes democráticos, ni existe la denominada austeridad republicana, ni saben lo que es la 4T, como sucede en el sindicato de la SEDATU. Son organismos sumergidos en la corrupción, que si bien, el gobierno les respeta su autonomía, pero debe haber un operativo de regulación y apartado para democratizar al sindicalismo mexicano.
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